En Patria Querida consideramos que el propósito de asumir una ideología para el Partido es el de sintetizar el conjunto de ideas orientadas a la interpretación y consecuente transformación del sistema de convivencia social vigente, en sus diferentes aspectos, como ser en lo político y lo económico; de forma tal que los actos de las personas y grupos sociales que lo integran, encuentren en ella el marco conceptual que les sirva de continente y a la vez, les brinde el contenido necesario para el efecto.
Somos conscientes de que las maneras de ver el mundo varían de una sociedad a otra, e incluso dentro de una misma sociedad; ya sea por cuestiones políticas, sociales, culturales o por la combinación de ellas. También damos por cierto que las sociedades cambian con el transcurso del tiempo. Por ello, las premisas que aceptamos hoy como valederas podrían no serlo en el futuro, cuando ya no satisfagan los requerimientos estructurales de la sociedad que las adoptó para responder a inquietudes de una época determinada. De eso se trata la evolución del pensamiento de los seres humanos y las sociedades creadas por ellos, de un mecanismo de constante ensayo y error.
Hasta hoy, nadie ha dado con una respuesta definitivamente correcta. No obstante, las ideologías necesitan como sustento, un mínimo de principios en los cuales fundamentar su análisis del pasado y el presente, así como su visión de lo que debería ser esa misma sociedad en el futuro.
En cuanto a dichos principios, para nosotros la democracia es el primero de ellos; porque en Patria Querida concebimos la democracia, más que nada como una forma de convivencia social, pero también como una forma de gobierno de los Estados.
En ese contexto, el Partido Patria Querida es una asociación política creada con el fin de vincular de manera espontánea, permanente y efectiva a las personas, a los grupos sociales y a ambos con los organismos del Estado; de manera a contribuir eficientemente con la dirección política de la Nación y la formación cívica de los ciudadanos, para llegar por medios democráticos al Gobierno nacional, departamental y municipal de la República.
En la práctica política, nos encontramos en el centro del espectro democrático, pues nuestros principios y propuestas programáticas nos ubican en un lugar intermedio entre la derecha moderada y la izquierda democrática.[] Para nosotros tienen mucho valor las posiciones consensuadas, pero no renunciamos a pujar sostenidamente por un proceso progresista de avance paulatino.
Nuestra visión empieza por reconocer el papel preponderante que ha jugado en la evolución histórica de la humanidad, la interacción entre el ser humano como individuo y la comunidad de la forma parte. Patria Querida es una institución que considera que los hombres y mujeres de todo el mundo nacen libres e iguales y tienen derecho a buscar la felicidad; pero que ella sólo podrá alcanzar su plenitud mediante una convivencia social armónica, basada en el equilibrio de los derechos individuales y colectivos de sus miembros.
En lo político, el valor fundamental es la democracia, porque mediante ella todas las personas e instituciones pueden expresar y defender sus ideas políticas, sin que se les pueda imponer a la fuerza ninguna ideología. En ella, el pueblo es el verdadero titular del poder; por lo que las decisiones son adoptadas mediante mecanismos jurídicos de participación directa e indirecta del mismo, que les confieren legitimidad a sus representantes. En ella, todos los habitantes son libres e iguales ante la ley y las relaciones sociales y los actos gubernamentales se desarrollan de acuerdo con los procedimientos establecidos en la Constitución y las normas que la reglamentan, en lo que se denomina Estado de derecho.
El Estado debe concentrarse en velar por la vida, la libertad y el bienestar de los seres humanos, como elementos esenciales para la búsqueda del bien común.
Respetamos la libertad de culto de todas las personas y reconocemos en la aceptación de la diversidad religiosa el pilar de la tolerancia que nos debemos unos a otros en la sociedad moderna, en la cual estamos seguros de que la paz espiritual no se consigue imponiendo una fe por sobre las otras, sino siendo consecuente con la propia.
Para alcanzar estos objetivos debemos propiciar el desarrollo integral del ser humano, empezando por garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas, como lo son la alimentación, la salud, la educación y la seguridad de las personas; algunas de la mano del sector público y otras del sector privado, dependiendo de la cualidad que corresponda a cada función, en cuanto a si ella pueda ser delegada, y a la cantidad en que la misma pueda ser desempeñada por los particulares para que llegue a todos los habitantes.
Por estas razones, adoptamos la democracia representativa como sistema de gobierno y a la participación popular como la base en que ella debe sustentarse. Por ende, estamos persuadidos de que la convergencia de ideas en torno al centro del pensamiento ideológico de nuestros días es el camino más idóneo para conquistar los anhelos nacionales.
En lo económico, el desarrollo de los países se guía en nuestro tiempo por premisas aceptadas por casi todos ellos, como ser el hecho de que el motor del desarrollo es la iniciativa privada; que el mercado es el mejor mecanismo conocido para regular las relaciones de producción e intercambio y que el mercado no es perfecto. Es en esta última donde debe intervenir el Estado para corregir las inequidades que el libre juego de la oferta y la demanda provoca, buscando que la igualdad de los seres humanos exceda el campo meramente legal, para convertirse en una igualdad real y tangible en el día a día. El rol del Estado en la economía es por ende subsidiario al de los particulares y las asociaciones creadas por éstos.
Reconocemos en la propiedad privada de los medios de producción, y en especial en la propiedad de la tierra, uno de los derechos fundamentales del ser humano; y en la explotación racional y sustentable de la misma, el elemento que humaniza su uso y le otorga una función social indispensable para la convivencia pacífica ente los habitantes.
Entendemos que el desarrollo económico exige que el Estado garantice la seguridad física y jurídica de las personas y de sus bienes. Ello se obtiene mediante la aplicación de un conjunto de medidas que el Estado debe imponer de manera permanente, firme e indelegable.
En lo social, lo que da sentido a la vida en una sociedad organizada como Estado es la posibilidad cierta y concreta de que sus integrantes se desarrollen individual y colectivamente, mejorando su nivel de vida mediante su esfuerzo y en directa proporción al mismo. Para ello el Estado debe crear las condiciones que propicien el desarrollo social.
Este enfoque no contradice en absoluto la importancia que le otorgamos a la iniciativa privada sino que la complementa, estableciendo que el Estado fija las reglas y garantiza la prestación de los servicios básicos para el desarrollo; ya sea a través de la empresa privada o pública, según el tipo de servicio en cuestión y el segmento poblacional al que vaya dirigido. Aquí nos referimos no sólo de los servicios ligados a la infraestructura como las redes viales, aeropuertos y estaciones portuarias; sino también a los de agua potable, fluido eléctrico, telefonía, Internet; así como a los de salud y educación.
Es importante destacar que hay ciertos servicios que sólo el Estado puede prestar, como el de orden público y seguridad; el de justicia y el de ordenamiento jurídico.
Estas son más que nada herramientas para que las personas puedan prepararse para acceder a un trabajo digno que les permita obtener una vivienda acorde con sus necesidades y las de aquellos que estén a su cargo. Al igual que un sistema de seguridad social que las cobije en su ancianidad.
Finalmente, creemos firmemente en nuestro país y en su potencialidad para el desarrollo; creemos en la capacidad de los hijos e hijas de esta tierra bendecida por la naturaleza; creemos que un futuro mejor está al alcance de nuestras manos y que se lo debemos a las generaciones venideras; creemos en la verdad como la mejor herramienta para construir confianza; creemos en la honestidad como el único camino que garantiza la perdurabilidad de los logros y la salud de las instituciones; creemos en la austeridad como sistema de administración de la riqueza; creemos en la disciplina democrática como mecanismo para pensar, discutir y resolver en equipo los problemas; creemos en la esperanza como la fuente inagotable en la que se nutren nuestras convicciones para enfrentar nuevos y más duros desafíos; creemos en la Patria y en la gente; creemos en la existencia de un ser superior y en la libertad que tiene cada ser humano de no hacerlo.